martes, 20 de mayo de 2014

El silencio de la luz

Silencio. En mi habitación los bulbos voltaicos detienen la fotosíntesis y las mitocondrias electromagnéticas ya no respiran. El mosquito de wolframio ya no emite su zumbido y la luz calla con el último relámpago de los párpados al cerrarse. Las pupilas se dilatan bajo el soplete de una caricia, las pupilas: cuerpos negros al rojo. Una tenia se arrastra por las paredes tragándose las sombras y los reflejos, la tenia que vomita la nada, el silencio. La tenia es una lámpara de luz negra que va dejando su rastro, su estela ultravioleta sobre nuestras pieles. Bailan sonrisas de flúor y alientos con sabor a menta, excitados electrones y fotones de alta energía, sobre mi ombligo. Y el aire, electrificado por la última tormenta, arrastra besos de neón, volátiles, como pompas de jabón. Tu cuerpo apresa el mío y de mis huellas dactilares, que memorizaron las palabras de la luz, saltan chispas que hacen arder tu piel de polipropileno.

Y arde, arden los bulbos y las mitocondrias entre cromatina y clorofila. Arden las alas y la trompa del mosquito y huele a mina. Arden las pupilas en la forja y los párpados y las pestañas y huele a lluvia. Arde la tenia y arde la estela y huele a tequila. Arde el flúor en las encías y huele a menta y huele a ti. Arden los electrones y los fotones y huele a goma. Arde el neón y huele a noche. Arde el jabón y huele a guerra. Arde. Arde la luz en el silencio.

Arde tu piel en la mía, arde tu boca en la mía y yo sigo teniendo frío. Dame relámpago, dame soplete, dame estela, dame energía, dame tormenta, dame chispa. Dame mina, lluvia, tequila, goma, noche, guerra. Dame. Y grita. Grita y calla al silencio, grita y sé fotosíntesis, sé mitocondria. Grita y enciende el wolframio. Grita y abre los párpados, grita y sé tormenta. Grita y sé pólvora y magnesio. Grítame al oído y a los ojos. Grita, porque quiero verte. Quiero verte, a ti, ni ultravioleta ni infrarroja, quiero verte. Quiero que ya no te calles, porque ya no aguanto esta noche, ya no aguanto el silencio. Así que arde, grita, dame. Y devolvamos a la luz sus palabras. Y vivamos en sus cuerdas vocales y respiremos, pero solo por el día.