miércoles, 19 de diciembre de 2012

Sonrisas robadas y amargo champán

Navidades. Esas fiestas en las que tienes que mostrar la sonrisa más falsa que puedas encontrar en tu interior, fingir que eres feliz, sentarte a la mesa con tu familia e hincharte a pesar de no tener hambre. Si fuera por mí, estaría todo el día maldiciendo el mundo bajo las cálidas mantas de mi cama, pero mi madre está empeñada en hacerle ver a los demás y a nosotros mismos que somos una familia feliz. Yo sé que no saldrá bien, que acabaremos discutiendo como siempre, que los verdaderos sentimientos volverán a aflorar debajo de esas máscaras hipócritas, de esas sonrisas robadas de un anuncio de dentífrico barato, que una simple gota romperá la tensión superficial de la copa. Porque no somos de esas familias que salen en la televisión, esas que dicen que unidos lo pueden todo, esas que se abrazan y que van todos juntos a comprar los regalos de navidad. No sé si existen tales familias en la realidad, pero la mía no se parece en nada aquello. Ni siquiera sé si puedo llamarle familia.

Y ahora miro un plato repleto de jamón serrano, sintiéndome asquerosa. No entiendo la necesidad de todo esto. No entiendo que mis padres derrochen el poco dinero que tienen en una simple cena. No entiendo que haya langostinos, botellas de vino y champán, que las luces de colores del árbol estén encendidas durante horas. No entiendo que mis padres paguen el contrato de móvil de mi hermano, el cual no lo suelta ni a sol ni a sombra. No entiendo que mi hermana vista ropa nueva en esta noche. No entiendo que mañana vaya a encontrar regalos bajo el árbol. No entiendo que dentro de unos días nos quejemos de que no tenemos dinero. No entiendo nada. Nada. 

Y pensarás que soy una aguafiestas. Puede. Me encantaría tener ese espíritu navideño, ser feliz con solo ver las luces y un hombre vestido de Papá Nöel. Me gustaría volver a mi infancia, recuperar la ingenuidad y la alegría. Me encantaría jugar, que mis actos no tuvieran consecuencias. Me encantaría ser como supongo que serás tú. Normal, con una familia normal, con unos pensamientos normales, con una vida normal. Normal. ¿Hay alguien normal? ¿Hay alguien feliz? ¿Soy una más o soy la excepción? ¿Por qué mi familia no me entiende? ¿Con quién estoy hablando? ¿Es que estoy loca por pensar lo que pienso? 

Quizás actúe como una loca, pero no aguanto más. Esta es la gota. Me levanto de la silla sin probar bocado y salgo corriendo. Noto sus miradas clavadas en mí, escucho sus voces gritando mi nombre. Pero yo huyo. Huyo de todo y hacia la nada. No sé por qué corro ni hacia dónde se dirigen mis pasos. Quizás busco la felicidad, quizás solo busco alguien que me comprenda. Quizás ese eres tú. Quizás huyo por huir. Quizás y solo quizás, algún día volveré a amar la vida y no seré esa loca que huye sin saber por qué.

viernes, 7 de diciembre de 2012

La ignorancia social

Vivimos en una sociedad ignorante, crédula y fácilmente manipulable desde muchos aspectos. Os mostraré un ejemplo. Nos encontramos en los últimos días del año y me he topado con esto en Twitter: "La NASA ha confirmado que entraremos en un anillo fotónico el día 21 de diciembre, por lo que nos mantendremos sin electricidad durante tres días, a lo que se refería el calendario maya". Tiene 773 retweets. Si contrastamos lo más mínimo esta información nos daremos cuenta de que ese tal anillo fotónico solo es una creencia astrológica sin ninguna base científica y que esas 773 personas han compartido esto sin ni siquiera pararse a pensar en lo absurdo que es. Y si ascendemos, seguimos la cadena nos podemos encontrar con alguien que ha filtrado la información  a sabiendas de que es falsa o que a su vez ha sido engañado por otra fuente, y así sucesivamente hasta el origen de esta falacia. Incluso en los medios de comunicación, aparte de la manipulación, nos podemos encontrar con la exposición de noticias sin contrastar. ¿Pero hasta dónde puede llegar? ¿Tiene límite nuestra capacidad de asimilar mentiras, nuestra credulidad? ¿Hay alguien que no se deje tentar por la comodidad de asentir y callar? Vivimos en la falacia, en la hipocresía y aunque lo sepamos nos engañamos para seguir bajo el calor del conformismo.

Y hace un año llegaba Rajoy prometiendo que iba a subir los sueldos, las pensiones, bajar los impuestos y las cifras del paro, que no iba a recortar en sanidad ni educación, que íbamos a salir de la crisis por arte de magia, solo con su imponente presencia. Y aquella vez no fueron 773 las personas que le creyeron, o que quisieron creerle, sino millones, millones de españoles a los que le comieron la oreja todas aquellas palabras tan bonitas como huecas. Y ahora, ahora se sienten indignados porque creen haber sido engañados. Pero no se dan cuenta de que ellos son tan culpables como los que han incumplido sus promesas, porque ellos se dejaron seducir sin oponerse, porque les abrieron sus piernas como cualquier fulana, ciegos de tanto piropo. Porque no fueron responsables con su poder social, porque la ignorancia es osada y más fuerte que la razón en estos días.

Y también, también se dejaron seducir por aquellos de los cuales hoy se quejan. Sí, los banqueros, el sistema financiero. Compraron casas con el dinero que no tenían, se hipotecaron en días de vacas gordas, se creyeron que el chollo les duraría para siempre, que podían vivir del cuento sin estudiar. Y ahora se han encontrado cara a cara con la realidad , con que no tienen nada, y exigen que les devuelvan lo que es suyo. Pero, te vuelvo a decir, que tú eres tan culpable como él, que te dejaste conducir por la avaricia y sobre todo por la ignorancia, fuiste de nuevo un irresponsable.

Pero ahora el que está en la cima no eres tú, no es el preso de ignorancia, sino el que se aprovechó de ella. Siempre, siempre va a existir gente que se quiera aprovechar de ti, eres tú el que decide si lo consigue o no.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Delirio

Una hormiga gigante está aferrada al techo del salón. Ahora es de color azul, aunque su piel reluciente va cambiando de color. ¿Cómo he llegado aquí? No sé. Alguien me está hablando, gritando en inglés desde algún lugar de la casa. Leave but don't leave me. Look around and chose your own ground. For long you live and high you fly. And smiles you'll give and tears you'll cry... ¿Quién eres? ¿Quién me habla? Un conejo está corriendo por el salón, pero no le voy a perseguir, no me va llevar a su madriguera. Run, run rabbit run. Ni siquiera me puedo levantar del sofá, una desconocida fuerza me retiene aquí. 

Una mujer, medio desnuda, está dormida en la moqueta, a unos centímetros de mis pies. Ahora lo recuerdo. Es esa guarra de ojos morados, pelo rosa y vestido verde fosforito que ha vomitado mientras me hacía una mamada. ¿Cómo se llamaba? ¿Casimira? No, debe ser Cristóbala... Pues me dejó con el calentón, y tuve que terminar el trabajo yo solo. Me dio morbo sabiendo que esa hormiga gigante y amarilla me estaba mirando. 

¿Qué hora es? ¿Cuánto ha pasado desde la última vez que nos vimos? ¿Cuándo fue la última vez que acaricié tu cuerpo en este sofá? Hace mucho que perdí la noción del tiempo, o quizás fue ayer cuando la perdí. Quizás esa Cristal lleve una semana tirada ahí. Quizás esté muerta, quién sabe. ¿Qué más da? Solo es otra zorra más, nadie la echará de menos como yo te echo de menos a ti. 

Puta. Eres una puta. Tú y todas. Primero nos seducís y luego nos despojáis de nuestro corazón y os marcháis con él, con las manos llenas de nuestra sangre. Ojalá no te hubiera amado a ti, ojalá pudiera amar a esa hormiga verde. Ella no me abandonaría... 

Y ahora, mientras esa extraña voz sigue hablándome, contemplo un cuerpo demacrado, esquelético, al otro lado de la habitación. Está desnudo y me mira a mí también. Su rostro está rajado y tiene restos de sangre... ¿Quién es? ¿Es él el que me habla? I've always been mad, I know I've been mad, like the most of us... very hard to explain why you're mad, even If you're not mad... ¿Es eso? ¿Estoy loco? Qué más da si lo estoy, sigo recordándote... Puta, puta, puta... ¡Y cuánto más puta más te amo! 

Mi corazón son esos cristales que hay esparcidos en el suelo, el líquido derramado es mi sangre. Ahora sé que por muchas rayas que me esnife, por muchos porros que me fume, por mucho alcohol que corra por mis venas y por muchas fulanas que calienten mis sábanas nunca te olvidaré, pero esa hormiga rosa me entiende mejor que tú.