Me miras de nuevo.
Con esa mirada que me atraviesa,
que busca mi corazón
entre las cicatrices
del chocolate de mis ojos.
Siempre supiste
mirar,
mirar como nadie y mirar dejando huella.
Me miras y me enamoras.
No me mires, que quiero seguir volando.
Pero miento, no hay más libertad
que la de navegar en tus ojos,
que la de atarse a tus cadenas
de fuego que abrasa y
acaricia.
La libertad de amar el encarcelamiento del alma,
libertad de alcanzar el éxtasis sin palparte
Ni lágrimas de vodka,
ni el olor del papel divino,
ni la curva del cauce de un ángel perfecto,
ni la visita del ser inexistente, nada de eso.
El paraíso es tu mirada.
Me gusta, me gusta mucho. Se te da muy bien lo de escribir poemas, a mí, personalmente, me parecen muy bonitos, tanto este como el anterior. : )
ResponderEliminarUn abrazo, Álvaro.
El amor nos vuelve a todos poetas. Unos mejores que otros, pero eso ya lo dejo a vuestra opinión. Como siempre, un honor que te guste.
ResponderEliminar¡Un saludo, Elise!